Se celebró en Madrid el pasado día 18 de febrero el I Torneo interprovincial de ajedrez infantil – Montpellier, en la sede del Club de Ajedrez Montpellier. El certamen reunió a varios equipos de distintas provincias. El equipo formado por nuestros chicos (Javier Sainz, Javier Lara, Hugo Jiménez y Mateo Martínez) resultó vencedor. Fue además una jornada de convivencia y de compartir experiencias con otros clubes.
Ajuntamos la extensa y completísima crónica que nuestros amigos del Club Montpellier prepararon sobre la jornada
Cronista: Nicolás-P-Rodríguez
Fotografía: Alicia Vázquez Ver crónica completa en pdf
I INTERPROVINCIAL INFANTIL DE AJEDREZ-MONTPELLIER EN MADRID
Emoción y razón: dicen que la primera supera a la segunda, pero cuando se complementan y van de la mano forman un tándem insuperable. De manera que la emoción, precedida de la ilusión y hornada con la razón, la lógica y la experiencia, han sido las herramientas imprescindibles para llevar a cabo este pequeño-gran proyecto de organizar un circuito interprovincial de ajedrez infantil. El trabajo y el tesón también han ayudado, así como el apoyo explícito del colegio que nos da cobijo: la Fundación Montpellier de Madrid. También ha contado, y mucho, el apoyo presencial del presidente de la FMA y la actitud colaboradora de los equipos participantes, que más pronto que tarde también se verán inmersos en la organización de sus respectivos torneos.
1ª PARTE: LA COMPETICIÓN
Algunas veces las cosas son casuales, pero no siempre, y, qué duda cabe, que el montaje de un circuito y torneo de estas características necesita de planificación y experiencia. De tal manera que, incluso sabiendo lo que queremos y cómo hacerlo, somos conscientes, no obstante, que el llevarlo a la práctica es como dibujar un cuadro: primero nace la idea, después se hace el boceto y a continuación comienza la pintura, paso a paso, incluso a paso de buey, diría yo. De manera progresiva se irá viendo entonces cómo crece el arte pictórico que tienes ante ti, verás cómo se rellena, se expande y se completa todo, hasta que se le pone la firma, el broche.
El 8 de octubre de 2016 un autobús, fletado por el Club de Ajedrez Montpellier, llegaba a Valladolid para participar en el exitoso XI torneo de la Vendimia, acompañados por un nutrido grupo de amigos del ajedrez madrileño, con quienes compartimos autobús, barco y jornada. En él se encontraba nuestro compañero y asesor Eduardo López, director arbitral de la contienda, quien me indicaba la presencia de Juan Carlos, del Club Amistad Numancia, a quien tuvimos el honor de conocer poco tiempo antes en su tierra natal soriana, cuando, con motivo de un torneo y homenaje a Santa Teresa de Jesús, como sabéis, patrona del ajedrez en España, compartimos comida y charla. En aquella ocasión le hablé a Juan Carlos de un posible Match entre nuestros respectivos clubes y ahora, en Valladolid, tenía madurada una nueva idea de la que le hice participe: la creación de un torneo interprovincial infantil que permitiera llevar a la práctica una visión más compartida, cultural y viajera del ajedrez. Le expuse la idea de competición, gastronomía y cultura, proyecto que le resultó atractivo y que en principio se veía dispuesto a apoyar.
El día de autos, el sábado 18, la competición estuvo arbitrada por nuestro asesor y colaborador, Eduardo López, árbitro Internacional de la FIDE y miembro del equipo olímpico de arbitraje en la pasada olimpiada de Azerbaiyán. Se dio comienzo pasadas las 10h 30’, cumpliendo con el horario y minutos de cortesía, habiendo de cumplimentarse siete rondas a 10 minutos más dos segundos; es decir, que cada equipo jugaría contra los siete restantes. Como particularidad hay que comentar que Rivas jugó contra su otro equipo y Montpellier hizo lo propio.
EQUIPOS PARTICIPANTES: (8)
CLUB DE AJEDREZ ALFARO (LA RIOJA)
CLUB DE AJEDREZ MONTPELLIER A (MADRID)
CLUB DE AJEDREZ MONTPELLIER B (MADRID
CLUB DE AJEDREZ RIVAS A (MADRID)
CLUB DE AJEDREZ RIVAS B (MADRID)
CLUB DE AJEDREZ SALAMANCA
CLUB DE AJEDREZ UNED (SEGOVIA)
CIRCULO AMISTAD NUMANCIA (SORIA)
COMUNIDADES
PROVINCIAS
LA RIOJA
MADRID
SALAMANCA
SEGOVIA
SORIA
CLASIFICACIÓN FINAL
** Observaciones arbitrales: Los ganadores del torneo fueron Alfaro (La Rioja) y Rivas-B de Madrid, y dado que ambos ganaban el torneo dependiendo del sistema utilizado, se tomó la decisión de que ambos equipos compartieran el primer puesto ex aequo (por igual), razón por la cual el puesto número 2 quedó desierto.
RESULTADOS INDIVIDUALES (GANADOR POR TABLERO)
VISITA DEL PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN MADRILEÑA DE AJEDREZ
Hemos de agradecer desde estas páginas la gentileza del Presidente de la Federación Madrileña de Ajedrez, D. Agustín García Horcajo, por asistir al desarrollo del evento y a la entrega de trofeos, su filosofía práctica, como ya nos comentó, es estar presente y colaborar en todos los torneos y actos que su apretada agenda le permitan. Entre otras actividades y comentarios de proyectos de colaboración, nuestro Director del Colegio Montpellier, D. Juan Luis Hidalgo y una representación de la dirección del Club de Ajedrez, aprovechamos para mostrarle las instalaciones y las particulares características metodológicas de enseñanza en Montpellier, así como los muchos proyectos que acomete, siendo de hecho, referente nacional e internacional en muchas de las actividades en las que está siendo precursor.
Como resultas de esta visita guiada han surgido proyectos de futuro, pues entiende el presidente que somos un modelo y referente a seguir y por consiguiente quiere fomentar el ajedrez en la Comunidad de Madrid con este patrón que hemos implantado.
Cuando se escribían estas páginas ya intuíamos la posibilidad de que nos fuera otorgada la adjudicación del Campeonato de Madrid Sub-8, como así ha sido, pues en la comida, a la que asistimos 73 comensales de todo el evento, reiteró D. Agustín que le había impactado nuestro modelo ajedrecístico, su potencialidad y el futuro que se deduce.
ENTREGA DE TROFEOS, DESPEDIDAS Y FOTOS
A las dos de la tarde, según la hora prevista, todo el colectivo del evento se trasladaba al Salón de Actos, decorado al efecto, entre tanto, un equipo de trabajo, comandado por Paco Domínguez recogía en buena medida toda la logística para dejarlo todo tal cual para las actividades propias del colegio del lunes siguiente.
En las butacas: los papás, familiares y jugadores. En el estrado: el equipo organizador, árbitro, director del colegio y presidente de la FMA. Todo estaba dispuesto para la entrega de trofeos, así que tras unas palabras de despedida, algunas reflexiones y algunos apuntes respecto al torneo en años venideros, todos los clubes recibieron su premio y los ganadores individuales a nivel de tablero también. Se hicieron las fotos pertinentes, se terminó de recoger lo que quedaba y comenzó a partir de ese momento la segunda parte de este torneo o pequeño festival, como queramos llamarle, había llegado la hora del almuerzo y un cocido y menú infantiles estupendos, nos esperaban, algo nada despreciable cuando arreciaba el hambre.
2ª PARTE: LA GASTRONÓMICA
Cocidito o menú. 73 comensales = 40 adultos (20€) y 33 infantiles (12€)
La elección del restaurante (Puerta Bisagra) y el plato típico no es casual, pues se trataba de disfrutar algo característico de Madrid, que no fuera caro, que fuera rico, que tuviéramos espacio, en fin: bueno, bonito y barato, una quimera, vaya. Tuve los típicos escaqueos o movimientos de cobra de última hora, la de aquellos para los que lamentablemente la palabra dada tiene un valor insignificante, nulo, así que me cogí mis inevitables cabreos y mis dolores de cabeza:¡es que no aprendo y eso que llevo más funciones que el Teatro Chino de Manolita Chen!, que, funcionando entre 1950-1986, decía en su publicidad de carteles pegados en vallas y tapias: «Teatro Chino. Compañía de galas orientales. Con 50 artistas internacionales, 15 atracciones, circo y variedades, además de 20 bellísimas bailarinas»…y un prometedor eslogan que anunciaba «Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes, simpático público: el paraíso sicalíptico a precios populares”.
Pero vayamos a lo que engorda y alimenta el alma y la fragua del estómago: salimos en expedición y a pie la friolera de 73 personas con representación de todos los clubes, excepción hecha del Amistad-Numancia, que por diversas razones no pudo asistir. Nos acoplamos en el bello salón del Puerta Bisagra, quien goza ahora de prestigio tras habérsele otorgado el premio a “la mejor sopa” en el último certamen gastronómico de cocido madrileño, con más de 40 restaurantes en liza. Nada fácil lo del sentarse y menos aún lo de comer cuando tienes hambre y matas el tiempo a base de pan y vino, poniendo además cara de circunstancia cuando tus amigos camareros, ocupados en atender y rematar a las mesas que habían llegado antes, te torean un poquito. Claro, como yo estaba atareado con las cuentas con Edu y Vicky no pude enderezar el entuerto, pero cuando quedé libre les llamé a filas. El caso es que todo llega: en primer lugar fueron los menús infantiles; ¡qué bonito ver a toda la chiquillería compartiendo comida con sus nuevos amigos de diferente acento y costumbres, algo entrañable y conveniente! Por fin, si, por fin aparecieron las viandas tras unas croquetas de aperitivo. Ahí estaban las primeras ollas soperas para los hambrientos– salivo mientras escribo. Allí estaban, ante nuestros ojos y en nuestros platos, ¡qué nivel! Oiga, dijo Eduardo, traiga por favor otra olla. ¿Para repetir?, no, para comer de primera tanda, que a mí no me ha tocado. La verdad es que fueron generosos. ¡Qué bien acompañaban las piparras o guindillitas!, ¡qué rico el compango de carne, repollo, tocino, morcilla y chorizo!, ¡cómo corrían algunas veces pequeños hilos del grandioso caldo por nuestras barbas! ¡Qué tertulias más desinhibidas!, ¡qué bien se encuentra uno cuando se encuentra bien!, ¡ah! Todo llega y todo pasa, como los postres, cafés y licores. Con la elección de este restaurante y este plato quisimos agasajar a nuestros invitados de Madrid y a los representantes de otras comunidades, con nuestro cocido precisamente, plato de Madrid por antonomasia, nacido como consecuencia de la necesidad y la combinación de productos. Para algunos estudiosos es de época pre-romana y parece que en España pudiera remontarse a la Edad Media, siendo de hecho un proceso evolutivo de la “olla podrida”. El cocido es un plato tan contundente y completo que hace felices a muchas barriguitas y delicados paladares y si no que se le pregunten a los pastores, a las amas de casa, a nuestros abuelos, a la “Asociación de Amigos del Cocido” y a todo aquél que viva apegado a la tierra. Hubo una época en la que su consumo estuvo restringido a ciertos bolsillos, otras en las que se popularizó y quedó denostado como plato de segunda fila, hoy, sobre todo en ciudades como Madrid, tiene muchos devotos que recorren sus prestigiosos templos en el arte de cocinarlo y de servirlo: La Bola, Malacatín, la Cruz Blanca, Charolés, Lhardy, la Gran Tasca, la Taberna de Buenaventura…, ahora añadamos a la lista a Puerta Bisagra. A mí, además de comerlo, hay un apartado que me interesa: “su aprovechamiento”, por esta razón cuando puedo hago dos cocidos a la vez, de tal manera que luego me puedan quedar muchos “taperguares” de caldo para sopas y raciones de cocido individuales. ¡Que me perdonen los “amigos del Avecrén”, pero donde esté un caldo de buen cocido con todos sus ingredientes que se quiten las pastillas y los sobres!
He de deciros que hay muchas referencias al cocido en la literatura, léase por ejemplo a Larra en su artículo de “El Castellano Viejo”: “Sucedió a la sopa un cocido surtido de todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo, aunque buen plato; cruza por aquí la carne; por allá la verdura; acá los garbanzos; allá el jamón; la gallina por derecha; por medio el tocino; por izquierda los embuchados de Extremadura. ¡Oh honradas casas donde un modesto cocido y un principio final constituyen la felicidad diaria de una familia, huid del tumulto de un convite de día de días!”.
En fin, después de estas pantagruélicas comidas, como ya he dicho otras veces, convendría reservar para el día después algún complejo-balneario-dietético, para que nos curen del “mal de la gula o mal de los ansiosos”. Dicen algunos filósofos, que el fin último es alimentarse para preservar la vida, todo lo demás, es gula, si es que se ha convertido a los alimentos y las bebidas en el fin y no en el medio. Ya entiendo entonces porque algunos condenados penitenciarios quieren pecar con la gula cuando reclaman en su última voluntad alguna excelente y sabrosa comida.
3ª PARTE: LO CULTURAL:
Hasta que la noche puso cerco a Madrid, los viajeros-ajedrecistas pudimos disfrutar de un paseo explicativo por quien escribe, de tal manera que pudimos rematar la terna de competición, gastronomía y cultura que estaba prevista.
No me canso de decir que Madrid tiene mucho, no, muchísimo, que ofrecer a quien esté dispuesto a conocerlo, y que mejor ocasión y honor que hacer de cicerone para aquellos “forasteros” a quien Madrid acoge sin preguntar procedencias.
Sumergiéndonos en el tiempo: El Madrid de Alatriste.
Desde el restaurante vallecano partió la expedición camino del metro y los madriles, cosa que gustó a los compañeros que venían de fuera. El pequeño ejército subió las viejas escaleras hasta la acera de Antón Martín y desde allí caminó hasta las inmediaciones de la Plaza Mayor, era el preludio de un viaje al pasado y un hermanamiento de la ciudad gatuna con su historia y sus diferentes cercas o amurallamientos, hasta que llegados a su nacimiento como capital, en 1561 con Felipe II, y más tarde al XVII con Felipe IV y su válido, el conde-duque de Olivares, surgiera el contexto de Pérez-Reverte para su hijo literario, el capitán Alatriste. ** La ruta que yo pretendía emprender y que ahora narro y describo, mezcla el paseo del “sábado Interprovincial”, motivo de esta crónica, con el que en su momento realizamos en una vista teatraliza con actores de época y de carne y hueso.
Comenzamos en la plaza de las Provincias para ver la fuente con los cuatro escudos de Madrid, el más antiguo de 1212. Cercana nos quedaba la plaza Mayor, reservada para el final del recorrido, plaza que supone para muchos una evocación de recuerdos, historias y leyendas, relacionados con su funcionalidad como mercado de abastos, de tiendas, de aposento de ferias y mercadillos. Y otras por ser, a pie de calle y desde sus balconadas, testigo de festejos reales, ajusticiamientos (Santa Inquisición…), corridas de toros o proclamas. Hoy en día es cobijo de coleccionistas de filatelia y numismática, mercadillo navideño, lugar de conciertos y deambulatorio para turistas, trasnochados y amantes de sus raíces.
Para nosotros, el colectivo del Interprovincial Infantil, esa tarde-noche nos resultó de provecho para viajar en el tiempo con nuestras ropas y artilugios del siglo XXI, y para dar rienda suelta a nuestra imaginación conforme nos acercáramos a la vida de ese Madrid del XVII que empezará desde entonces a ser la sede definitiva de la Corte.
El hilo conductor, del pretexto por mi planteado, sería la figura de Alatriste. “capitán” a la sazón, que la historia se ha obstinado en ocultar y que el periodista, académico de la lengua, escritor y corresponsal de guerra, Arturo Pérez Reverte, recuperó para el deleite de lectores ávidos de aventuras y desventuras, desarrolladas en el marco de un siglo XVII lleno de curiosidades, como lo de pagar “media con limpio” , que significaba compartir habitación y cama para dormir con un desconocido en una posada, a veces inmunda, con el deseo de que fuera alguien limpio, sin sarna, piojos o pulgas, claro.
Mi idea era que mis acompañantes pudieran contemplar de primera mano diversos rincones históricos por callejones del casco antiguo, entre iglesias barrocas y plazas recoletas, que nos recordaran permanentemente el costumbrismo del XVII. Y así recorrimos muchas plazas de empaque y relumbre como la Mayor, la del Conde de Miranda, la de la Villa o la de Oriente, sin faltar la de Ramales
LA CARCEL DE CORTE
De la placita de Santa Cruz o de las Provincias, partió la comitiva, 25 personas, con el marco arquitectónico del actual Ministerio de Asuntos Exteriores, frente a nosotros. El caso es que desde época de Felipe IV, hasta 1833 funcionaría este edificio como Cárcel de Corte.
ENTRE COMERCIOS HISTÓRICOS
El recorrido nos iba envolviendo, nos iba absorbiendo, nos engullía frente a comercios centenarios y tiendas históricas con carisma, que han permanecido ancladas en el tiempo de un Madrid de herreros, cuchilleros, alfareros, pañeros y un sin fin de oficios, hoy con poca pujanza. Ahora estos comercios de mercerías, zapaterías, droguerías…, muchos de los cuales se remontan al momento expansivo de la segunda mitad del XIX, donde se generalizó la práctica del fiado “Hoy no se fía, mañana si”, son aún testimonio que cautiva la mirada de añoranza y melancolía del paseante y del comprador, que por segundos expresa una sonrisa ante tanta belleza y encanto. Hay que pensar, como no, en esa señora mayor que sigue comprando aferrada a sus tradiciones, quien al pasar el umbral de sus puertas recibe todavía un trato humano y cordial, cada vez más en desuso.
EN PUERTA CERRADA Y ENTRE POSADAS
Más tarde nuestro grupo llegó a Puerta Cerrada, entrando por Latoneros y camino de la Cava Baja, donde puede sumergirse uno en el Siglo de Oro español y en el mundo de las viejas posadas de la época, muchas de las cuales son ahora restaurantes de renombre y pedigrí. Es el caso de Botín, (1725), el más antiguo del mundo, la Posada de la Villa, (1642), la más antigua de Madrid, o la propia Taberna del Capitán Alatriste, que toma, con su permiso, el nombre de la obra del escritor. Muy cerca ubica Reverte en su novela la Taberna del Turco. En esta taberna pasaba muchas horas uno de nuestros personajes: La Lebrijana.
EL BARRIO DE LOS AUSTRIAS
Y en estas seguimos adentrándonos por la calle del Almendro y del Nuncio, hasta llegar a la Pasa, y después a la plaza Conde de Barajas, donde los fines de semana se suele colocar una interesante exposición y venta de cuadros. A continuación llegamos a la de Condes de Miranda, inmersos ya en pleno barrio de los Austrias, tan antiguo como lleno de historias, un barrio con un trazado medieval que posteriormente tendría su expansión urbanística coincidiendo con el reinado de la Casa de los Austria.
Nos esperaba la Calle del Codo, donde se encuentra la Torre de los Lujanes, el edificio civil más antiguo de Madrid.
Y aquí, frente a la antigua sede del ayuntamiento, el grupo salmantino y otros miembros se batieron en retirada, ya era tarde para regresar a la muy noble y muy leal, pero nosotros, los que quedábamos, proseguimos.
El siguiente encuentro, de la visita rememorada, recogió el testimonio y la semblanza de una tabernera y mujer de cascos ligeros, conocida como Caridad la Lebrijana, mujer de desparpajo y salero, provocadora, sabedora de su lozanía y de sus argumentos. La Lebrijana trabajó como actriz y ejerció la prostitución. Más tarde adquirió la Taberna del Turco, donde se daba de “comer, beber y arder” y además se alquilaban habitaciones, en una de las cuales se hospedaban durante sus estancias en Madrid, Diego Alatriste (del que Caridad era amante) e Íñigo Balboa (protegido de Alatriste). En la taberna se reunían amigos y conocidos de Alatriste como Quevedo, el licenciado Calzas, Sebastián Copons, el Tuerto Fadrique, el Dómine Pérez y Juan Vicuña. Muchas veces, como decía Quevedo, el culpable de tanta afrenta era “el rubio y poderoso caballero, que sigue siendo sota, caballo y rey de cualquier asunto”
EL MADRID DE LOS CONVENTOS
Por la calle Sacramento pasamos de soslayo y allí les dejé constancia de la vida de los conventos, de los que según consta llegó a haber nueve mil en pleno siglo XVII en toda España. Conventos llenos de hijas de familias hidalgas sin dinero, “que no pudiendo matrimoniar”, dice Reverte, las hacían entrar en ellos; eran mujeres sin vocación las más y con mucho furor, pues nobleza obliga. En la época era relativamente normal que se produjera el asalto masculino a los conventos a las menores de cambio. Aquí se encontraba el convento del Santísimo Sacramento, derruido en 1972 Así define Reverte a Alatriste por boca de su protegido, Iñigo Balboa, en el comienzo de su novela:
No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes. Cuando lo conocí malvivía en Madrid, alquilándose por cuatro maravedís en trabajos de poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta de otros que no tenían la destreza o los arrestos para solventar sus propias querellas. Ya saben: un marido cornudo por aquí, un pleito o una herencia dudosa por allá, deudas de juego pagadas a medias y algunos etcéteras más. Ahora es fácil criticar eso; pero en aquellos tiempos la capital de las Españas era un lugar donde la vida había que buscársela a salto de mata, en una esquina, entre el brillo de dos aceros.
UN RECESO EN EL CAMINO
Todo el día con el trajín del torneo, la comida y ahora el extenso paseo, nos pasó factura, de modo que hubo que hacer parada en una tasca ilustrada, de las históricas, de esas de azulejos, mesas de mármol y golpes de culo de vaso cuando tiran la cerveza.
Deambulábamos posteriormente por la Calle de San Nicolás de Bari, junto a la iglesia del mismo nombre, coronada por su torre románico-mudéjar. Esta iglesia pasa por ser la más antigua de Madrid, (ya es nombrada en el fuero de Madrid de 1202 y se cree que en origen pudo ser una mezquita musulmana. ** En la foto, de hace algunos años, quien escribe con el actor que recrea al temible personaje, Gualterio Malatesta, sicario siciliano a sueldo del secretario del rey, Luis de Alquézar y enemigo mortal de Alatriste.
LA PLAZA DE RAMALES
Por último, el grupo llegó a la plaza de Ramales, donde se encontraba la antiquísima iglesia de San Juan, mandada destruir por “pepe botella”, hermano de Napoleón, quien nos fue impuesto como rey de España en 1808. Pues bien, este curioso rey, también conocido como “rey plazuelas” derribó la iglesia para construir una plaza más espaciosa. Lo triste es que en dicha iglesia se encontraban los restos de nuestro insigne pintor, Diego Velázquez, restos en paradero desconocido. La plaza debe hoy su nombre al general Espartero por su vitoria en las guerras carlistas, en Ramales de la Victoria.
Así que en este espacio tranquilo y apacible, llegamos al desenlace de esta visita
DE REGRESO A NUESTROS APOSENTOS
Desde Ramales nos dirigimos a Sol para coger el metro, hicimos atajo, y después de muchas andanzas y leyendas, nos marchamos a nuestros aposentos seguros de que este no fue un día cualquiera. Eso sí, nos cuidamos bien las espaldas de que algún embozado no acudiera a asaltarnos por esas callejuelas estrechas y mal alumbradas, refugio de soldados, rufianes, poetas y espadachines, corazón de una ciudad fascinante y peligrosa como Madrid, repleta de conventos, tabernas y mancebías, que todavía acechan a los despistados paseantes de la noche, algunos de los cuales incluso juegan al ajedrez.
El torneo Interprovincial Infantil se había hecho realidad ya que la ilusión es una chispa capaz de encender un manojo de yesca con un leve soplo.
Un abrazo, Nicolás-P.Rodríguez